TLtuis Pedrito Pavía tiene seis años, le llaman el niño preguntón porque de su boca salen muchos signos de interrogación que se incrustan muy bien dibujados en los oídos de sus padres, de sus maestros y de cualquier adulto al que pilla por banda. Es un niño muy ansioso de saber el porqué, el dónde y el cuándo de cada cosa y de cada acción, pero a veces hace preguntas incontestables. Si visitan un zoo, Luis Pedrito pregunta por ejemplo: "¿Por qué los tigres tienen rayas negras en la piel?". "Porque nacen con la piel coloreada de amarillo con rayas negras", contesta su padre. "¿Y por qué nacen con la piel coloreada de amarillo?", vuelve a preguntar, para incomodidad de su padre, que a pesar de todo intenta satisfacer al chiquillo con la respuesta oportuna: "Porque así los ha hecho la naturaleza". "¿Y por qué los ha hecho así la naturaleza, papá?". Aquí ya el padre suspira profundamente y se limita a decir, disimulando su desesperación, para dar por zanjada la conversación: "Sinceramente, hijo, no lo sé". El niño calla y al cabo de un ratito vuelve a ametrallar a su padre con nuevos interrogantes incontestables. Aunque a veces también hace preguntas más asequibles, porque sus respuestas están sujetas a la subjetividad del que debe contestarlas, como por ejemplo: "¿Por qué el Real Madrid perdió el partido contra el Atlético?". Según quien contesta, puede ser distinta respuesta: "Por culpa del árbitro"; "porque jugó mal"; "porque tuvo mala suerte".

Hace un mes, Luis Pedrito empezó a escuchar villancicos en la radio y a ver colgadas bombillas multicolores encendidas en las calles. "Papá, ¿por qué ponen villancicos en la radio y luces en las calles si todavía no estamos en Navidad?". El padre se quedó pensando un momento y luego contestó: "Mira hijo, aunque tú no te des cuenta, el dinero es muy amigo de la Navidad; y aunque no lo veas, tiene patas, y ojos y orejas, y le gusta andar mucho de mano en mano cuando escucha villancicos y ve luces de colores". "No lo entiendo papá". "Pues no preguntes tanto, hijo".

*Pintor