Escritor

El gran handicap que tenemos los españoles cuando nos dan un premio literario es que tu vida no es muy interesante. Así como al último premio Nobel su vida está salpicada de un anecdotario siniestro, después está la vida en los campos de concentración, donde además era el peluquero del barracón, y al mismo tiempo de los jefes nazis, que con la cosa esa de que eras peluquero se suponía que eras maricón, y cada vez que te llamaba el jefe de la Gestapo era para ponerte las banderillas en todo lo alto, y después te daban una jícara de chocolate, aunque quemar te iban a quemar igual. Es decir, es una vida que cuando la cuentas después de tantos años enternece a todos los antifascistas del mundo.

En España cuando te dan una premio y aparece tu vida en un diario regional todo se complica. Ya por el hecho provinciano, la cosa baja de intensidad. La provincia nos acerca a la mediocridad, y es difícil salvarse de sus garras. Después llega el periodista que inicia la entrevista queriéndole dar un aire de tuya-mía, y la inicia diciendo: Nos encontramos con el premiado saliendo de la compra en el supermercado, y nos recibe con su proverbial simpatía . Pero la primera pregunta no se hace esperar: ¿Qué lleva usted en las bolsas? Y claro, tú tienes que ponerte a su altura: Unos quesitos y una pierna de cordero para estos días . Esto de familiar ya es una traición porque un escritor siempre debe dar la sensación, salvo si está casado con Marina Castaño, que es un hombre inaccesible. Pero con una pierna de cordero de la compra, cualquiera se atreve. El entrevistador indaga, y al no poder hablar de la Gestapo, salvo que tu esposa te corte los huevos, te ves en la necesidad de repartir la tarta, y decir que la cultura avanza a pasos agigantados, y que esto ya no es lo que era. Después te ves en la obligación de hablar de tu secretaria y de tu esposa, que ha sido fundamental, como la fiel secretaria, que está en todo y hace una labor maravillosa.

Y después viene lo peor. Tú sabes algo que es insoportable. Te han llamado tus más feroces enemigos, y sobre todos sabes, si eres de Badajoz, que aquí hay un cementerio con una fosa común que no se la salta un galgo, que es donde tú hubieras terminado en el año 36 de haber existido por esos días, pero eso no lo puedes contar como el Premio Nobel.