WLw a ceremonia de ayer de los Premios Príncipe de Asturias disipó el último rastro de la polémica suscitada por la presencia o ausencia de campeones del mundo de fútbol. El prestigio alcanzado por los premios, dentro y fuera de España, casa mal con la sal gruesa de muchos de los comentarios de los últimos días, que tacharon poco menos que de despectiva la decisión de Guardiola y de Mourinho de no autorizar el viaje a Oviedo de algunos jugadores. Quien no entienda que un deportista de élite no debe realizar un viaje con salida en Barcelona o Madrid, parada en Oviedo y viaje de vuelta a menos de 24 horas antes de jugar un partido es que no sabe de qué habla.

Lo cierto es que los Campeones del Mundo contaron con una representación adecuada, a la altura de la distinción que recibieron, y que la nómina de los demás galardonados enriqueció el prestigio de los premios. Dudar de ello es, también, desconocer la consideración que se han ganado en todas partes. Basta repasar la lista de quienes los han recibido hasta la fecha para concluir que pocos nombres suscitan dudas. Puede haber habido años mejores o peores, con más o menos repercusión en los medios, pero ninguna edición corrió el riesgo del descrédito. Razón de más para aventurar que quienes este año quisieron desencadenar una tormenta en un vaso de agua a cuenta de la selección no actuaban movidos precisamente por el prestigio de los premios.