La presidencia española de la UE ha tenido un crítico comienzo. Mister Bean en la red, aunque escoció en Moncloa, no es sino gamberrada inocente y el hombre público debe aprender a reírse de sí mismo. Peor suenan los ataques mediáticos pues no son habituales tanto menosprecio ante una presidencia de turno. Leyendo el Financial Times , donde ponen a ZP de chupa de dómine hay quien sospecharía cierto revanchismo británico por nuestra presunta arrogancia cuando España iba bien. También los alemanes critican con encono las ideas del prohombre sin conocerlas al detalle. Calificaciones duras como las del analista Markus Böhnish que habla de las "propuestas de un fracasado" o el diario Die Welt "Una debilitada España toma el mando" o la calificación de "sosoman", en Taggespiegel por la pobreza de sus proyectos, más lindezas como que "la propuesta no es sensata", ya no de la prensa sino del propio ministro de Economía Reiner Brüderle testimonian la baja consideración en que algunos tienen al presidente y a sus sabios. No soy yo muy zapateril, pero coincido con Rajoy no tanto en sus propuestas económicas, pues de números sé lo justo y por eso me dediqué a las letras, sino en que no le gusta que un periódico extranjero hable mal de Zapatero porque es el presidente del Gobierno de España. Me duele también que mucha prensa patria se alegre del desprestigio de ZP y lo airee con rencor y sorna pues la que pierde en el batiburrillo descalificatorio es nuestra nación. Aunque tampoco entiendo que el presidente, airado, considere "insólito" que se cuestione su capacidad para liderar transitoriamente Europa y más que lo haga la prensa española. No es Europa la que debe entonar el Zapatero a tus zapatos , sino España. Los españoles tenemos derecho a sentirnos defraudados y muchos lo estamos, así que déjese el amable presidente preguntar, absténgase de calificar las preguntas, responda con claridad, rectifique si debe y sabe, cumpla sus seis meses de esperado sueño europeo. Al despertar millones de parados todavía estarán ahí.