El Partido Socialista parece que está digiriendo mejor de lo que se esperaba el desenlace de las primarias, que no entraba en el imprevisto la victoria de Pedro Sánchez pero sí lo apabullante y el que se produjera por más de diez puntos sobre Susana Díaz. Ésta ha pasado al silencio y el acatamiento, y el dirigente madrileño al menos desde fuera está practicando la generosidad que se exigía para una ocasión en la que los socialistas se jugaban definitivamente su existencia.

Algunos barones territoriales como el valenciano Ximo Puig han quedado algo en entredicho dada la mayoría, más del sesenta por ciento, obtenida por Pedro Sánchez, aunque el exalcalde de Morella (Castellón) ha conseguido reducir esa ventaja en la provincia y ganado para Susana Díaz plazas como su propia localidad, y la industrial Villarreal; otro significado susanista como García-Page de Castilla-La Mancha ha advertido que aunque haya ganado, no dará por buenas todas las propuestas del vencedor de las primarias si van contra sus convicciones política.

En Extremadura el asunto se ha saldado positivamente con listas de integración y un Guillermo Fernández Vara que, a pesar de haber apostado con fuerza por la andaluza, se ha puesto a disposición de un Pedro Sánchez al que es la segunda vez que rinde esa pleitesía después de que en las primaria anteriores el presidente de la Junta apostara por otro perdedor, Eduardo Madina.

Guillermo Fernández Vara ha decidido encabezar la lista de delegados por Badajoz al congreso nacional, en contraste con lo que han hecho el secretario provincial de Cáceres, Miguel Ángel Morales, o los barones mencionados García-Page y Puig, que han renunciado a ir.

CON ELLO intenta mostrar que no va a mermar su función orgánica de líder regional del partido, a la vez que desarrolla la de presidente de la Comunidad Autónoma apoyado por el mismo, y avisar a las dos precandidatas a la secretaría regional del PSOE, Eva Pérez y Leonor Martínez-Pereda, que no se enfrentarán solo al presidente de los extremeños y compañero con ‘marca personal’ electoral, sino al jefe natural de la delegación regional al congreso nacional, y que en el mismo empezará a trabajarse e intentar ganar la reelección con su trabajo en Madrid.

Del resultado de esos ‘congresillos’ provinciales para elegir los 53 delegados al nacional que ratificará a Sánchez como secretario general, llama la atención la no inclusión entre los mismos de Eva Pérez; ella ha preferido no intentarlo, entre otras cosas porque está procurando conservar una equidistancia entre las ‘familias’ que se enzarzaron en las primarias, y las que ejercen equilibrios de poder cotidianos dentro del PSOE Extremadura.

PÉREZ quiere ser una candidata de todos, así como lo pretende ser Guillermo Fernández Vara, aunque sobre ella pesa una gran pregunta: ¿es lógico que siendo diputada de un grupo parlamentario en la Asamblea de Extremadura, el de PSOE-Siex, presidido por Vara, le dispute la secretaría general sin haber renunciado previamente al escaño? ¿Qué relaciones pueden darse en estas semanas entre el ‘jefe’ del grupo de diputados, y la que ocupa escaño por Cáceres? Aunque hay que subrayar que ella iba en otra lista a la de Vara, éste por Badajoz y ella por la provincia cacereña.

Y en el mismo terreno, ¿debería dimitir de su cargo la gerente del Instituto de Consumo de Extremadura, Leonor Martínez-Pereda, un alto cargo nombrado en un Consejo de Gobierno del año pasado presidido, como todos, por Guillermo Fernández Vara?

Dentro de lo extraño de ambas situaciones -que no carece de críticos-, se podría conceder a ambas precandidatas el beneficio de la normalidad democrática. La virtud de que se puede ser leal dentro de la discrepancia; de que trabajan para el jefe aunque tienen otra visión política y del partido distinta.