WYwa hay un presidente palestino elegido democráticamente, pese a los impedimentos. Abú Mazen ha obtenido entre el 65% y el 70% de los votos y Mustafá Barguti, sobre el 20%, lo que supone un aviso de que hay un amplio sector palestino modernizador que viene empujando a la generación de septuagenarios que fundaron Al Fatá hace medio siglo.

La mitad de los palestinos, expatriados y viviendo todavía en precario, no ha votado. Israel no permitió que lo hicieran los presos y en Jerusalén solamente fue autorizado el voto postal, para dejar claro que ser residente no da más derecho que el de enviar el sufragio por correo.

En julio habrá elecciones legislativas en Palestina, a las que concurrirán los islamistas, que ayer se abstuvieron, pero sin perturbar la jornada. Israel tendrá entonces enfrente un Gobierno elegido como hoy tiene al sucesor del denostado Arafat. Pronto se verá que Arafat no era la causa de la conducta israelí y que Abú Mazen no podrá cambiarla. Con su exigencia de un liderazgo pragmático, Israel busca otro interlocutor acomodaticio. Es difícil que lo obtenga, porque el tiempo ya discurre en su contra. Tras los precarios comicios de ayer, ahora le toca mover ficha a Israel.