Ayer martes, portada de este periódico: caras de "patriotas suizos". Algunos rostros de presuntos trileros, pandilla de presuntos pícaros. Amplio espectro político, sindical, empresarial. Predominio de populares, pero con representación de defensores de los trabajadores, pañuelo rojo al cuello o tertulianos de voz campanuda, otrora azote de sus hodiernos compañeros de foto. Muchos a los que solo movía el respeto a los ciudadanos, el ansia de emprender. Otros que se batían el cobre entre vocinazos por sus compañeros mineros. Ese que con mirada santuna patrocinaba diversas instituciones para aliviar el dolor de los más pobres. Aquel que se explayaba en los medios exponiendo preclaras ideas sobre economía, justicia y otros vocablos hermosos y sacrílegamente utilizados, o alardeaba de su poder. Gerifaltes de antaño cuyas estatuas ruedan hogaño por los suelos, atacando incluso a quienes tenían la osadía de acusarlos: "-¿Quién coño es la Udef?" -- inquiría el exhonorable, con resabios de aquel: "¡Mi reino por un caballo" justo antes de recibir el castigo merecido, o sea la justicia poética.

Anteayer, en la televisión, el alcalde de Barcelona, presuntamente culpable de nueva y tremenda impostura, balbuceando contra el mensajero, defendiéndose agraviado, negando, amenazando, querellando. Escenificación no por patética menos reiterada en un déja vu que ya harta.

Y tras antes de ayer, la señora de Cospedal, esa que no sé cómo no se cansa de oírse a sí misma, y que en ningún caso parece creerse lo que argumenta, reconociendo a su pesar el empacho ciudadano pero insistiendo en defender la presunción de inocencia en el propio aunque reiteradamente se le niegue al ajeno.

Hace 102 años acusaba Galdós a los dos principales partidos de ser "manadas de hombres" que solo aspiraban a "pastar en el presupuesto" y al régimen de entonces de "tuberculosis ética". Profetizaba que serían necesarios al menos 100 años para alumbrar "menos chorizos". En ningún momento escribió presuntos. Y es que don Benito, aunque fallara en sus predicciones, llamaba a las cosas por su nombre.