Digamos de entrada que, a fecha de hoy, estamos tan solo ante un proyecto de Presupuestos Generales elaborado por el Gobierno que el Congreso todavía ha de debatir y aprobar. Por otro lado, la experiencia enseña que una cosa son las partidas asignadas sobre el papel y otra muy distinta su ejecución o no. Por eso Extremadura se sitúa ante unas nuevas cuentas del Estado que prometen, pero que no comprometen al Ejecutivo porque están sujetas a demasiados condicionantes. Como suele suceder en estos casos, los números admiten diversas interpretaciones. De acuerdo con los datos suministrados por el Ministerio de Hacienda, Extremadura podría obtener, si se aprueba el actual proyecto, 385,5 millones de euros, de los cuales 261 corresponderían a inversiones directas en alta velocidad (casi el 70% del total). Ello supone un incremento sobre el año pasado del 27%. Pero como en las cuentas del 2017 se produjo un ligero bajón del 16% respecto del 2016, al final lo que ahora se presenta no deja de ser un retorno a una senda positiva.

Lo que pueda pasar finalmente está por ver. Son ya muchos los ejercicios en los cuales lo inicialmente programado queda sin invertir y acaba destinándose a otros fines o trasladándose a otra anualidad. Ello sucede en buena medida porque en Extremadura no se suelen supervisar ni controlar las aportaciones e inversiones específicas de la Administración central. No existen mecanismos institucionales para ello ni los partidos políticos están para defender al territorio sino más bien a sus respectivas siglas políticas.

En el hipotético caso de que el proyecto de presupuestos para 2018 salga adelante (lo cual requerirá o el apoyo pactado del PNV o la complicidad del PSOE), Extremadura podría ver avanzar su obra más emblemática, en este caso la Alta Velocidad ferroviaria, la cual debe estar concluida en el verano del 2019 para trenes diesel que circulen entre Plasencia y Badajoz. La electrificación no llegará hasta 2020 y la conclusión total de la obra hasta Madrid hasta 2025.

El PSOE ha criticado «el poco impulso inversor» pues salvo las obras en ferrocarril no hay mucho más y el PP, por su parte, ha reclamado a los socialistas que apoyen la aprobación de las cuentas que les parecen muy positivas y comprometidas con Extremadura. Ni uno ni otro se van a poner de acuerdo. Mientras, Extremadura se enfrenta a los problemas que plantea la gestión de un territorio muy extenso con una población dispersa y envejecida y un escaso desarrollo industrial. Arrastra además un déficit de inversiones públicas que se remonta a muchos años y que el AVE compensa pero no del todo.