El Gobierno aprobó el viernes la ley de economía sostenible que Rodríguez Zapatero presentará el martes en el Congreso. Es una ley que pretende ayudar al cambio de modelo productivo. Hoy ya es una verdad aceptada que España tiene dos retos ante la crisis. El primero, común a todos los países, es salir de la recesión. Ahí tenemos ventajas porque nuestro sistema financiero está mejor y la deuda pública era, al empezar la crisis, inferior a la media de la zona euro. Pero tenemos una segunda asignatura que otros países más avanzados, como Alemania o Francia, no tienen o tienen en grado menor: el cambio de modelo productivo. La reconversión de nuestra economía que demasiados años ha estado basada en el tirón del sector de la construcción.

Tenemos ahí un 13% de la población activa, cuando la media de la zona euro es del 7%. Y mientras el paro se ha multiplicado en este sector, los nuevos empleos deben venir de industrias de futuro, con más valor añadido, cuya productividad permita fabricar en España, país que tiene salarios ya más cercanos a los alemanes o estadounidenses que a los de China o la India.

La ley pretende ayudar e incitar a las empresas. Es una buena iniciativa, aunque, como siempre, todo dependerá más de las concreciones que de los grandes principios. La ley apunta medidas importantes para fomentar la economía del conocimiento, como el aumento del 8% al 12% en la deducción por I+D+i de las empresas. O para favorecer, también con incentivos fiscales, la reconversión de la construcción hacia la rehabilitación de viviendas. O los créditos, con un fondo de 20.000 millones, para invertir en sectores de futuro. O la decisión de que se pueda crear una empresa en menos de cinco días y que la Administración deba pagar en un máximo de 30 a partir del año 2013. O la obligación para las cotizadas de hacer pública la retribución de consejeros y directivos.

Pero salir de la crisis exige más medidas. Las enumeradas deben concretarse --habrá que ver lo que dice Rodríguez Zapatero y el articulado de la ley-- y no se pueden esperar milagros. El cambio de modelo productivo dependerá finalmente de los empresarios y los agentes sociales, y no se hará ni en un año ni en dos. El propio Rajoy ha dicho que hay medidas buenas, pero que faltan otras. Es un magnífico punto de partida para una discusión constructiva de la ley, que la gravedad de la crisis hace ineludible y obligatoria.