Yo tenía una tía, hermana menor de mi abuela, inteligente, locuaz, simpatiquísima y muy progre. Era además una mujer independiente en una época en que serlo era ser un bicho raro.

Soltaba sus verdades con una sinceridad a veces peligrosa e incómoda. Hace muchos años, una mañana de verano en que yo leía el Hola, en una época en que la revista tenía glamour verdadero, o eso me parece ahora, mi tía me miró como si el bicho raro fuera yo y me soltó una elocuente perorata sobre la superficialidad y vacuidad de semejantes publicaciones. Recuerdo que sentí algo parecido a la vergüenza cuando le contesté que solo me gustaban las fotos y ella me replicó algo sarcástica: --Ah, ¿solo te gusta mirar los santitos? Oculté mi sonrojo rebelde y no recuerdo qué contesté. Hoy le hubiera dicho: --Sí, ¿qué pasa?

Sigo queriendo a mi tía, a la que disculpo su intolerancia en lo pequeño, porque era todo corazón. Y la he recordado en estos días de la visita de los mandatarios argentinos a España cuyo reportaje no he visto en el Hola, pero de la que todos los periódicos serios se han hecho eco, por la importancia política del evento. Y con enorme entusiasmo y alarde gráfico. Ha habido artículos e información sesuda acerca de Macri y el cambio de relaciones con España. Y se ha tratado a las dos primeras damas con un machismo tan elemental, que una todavía no da crédito. De acuerdo en que ambas son guapísimas y elegantísimas, pero tampoco están mal el rey y Macri, y en ningún sitio he visto escrito nada acerca de su apostura, galanura o indumentaria. Duelo de estilo, comparación de looks, titulares incluso de que una noqueó a otra. Pero ¿cómo es posible?

No hay nada que objetar a que en las páginas de moda y, por supuesto, en el Hola, se hable de trapos, belleza y glamour, aunque es muy significativo que se incida mucho más en lo femenino que en lo masculino. Pero que en la llamada prensa seria se presente a las mujeres de los estadistas como florero y adornos de sus insignes esposos, es algo que se debe denunciar a voces. Si de verdad se persigue la igualdad.