WLwos sindicatos más representativos de nuestra región, UGT y CCOO, van a celebrar hoy la fiesta del Día Internacional del Trabajo del primero de mayo. Y lo harán con la ya tradicional manifestación del mediodía en la capital autonómica y solicitando más empleo estable y mejor protección social, según reza el lema de la convocatoria de este año. Son, sin duda ninguna, reivindicaciones justas, y bastan para demostrarlo dos datos extraídos de la realidad laboral de la región: que la media de edad para conseguir un trabajo fijo es de 37 años, es decir, en muchos casos 20 años después de haber ingresado al mercado laboral; y que el año pasado perecieron 13 trabajadores víctimas de accidentes laborales. Habiendo estas condiciones, el trabajador está muy lejos de sentirse socialmente protegido o disfrutando de estabilidad en el empleo, y por tanto, exigirlo es, sindicalmente hablando, obligado en una jornada reivindicativa como es el Primero de Mayo.

No obstante, y a tenor de las cifras que periódicamente difunde tanto el Inem como la Encuesta de Población Activa (EPA), la región extremeña, desgraciadamente, tiene una necesidad más perentoria que el trabajo estable: la del trabajo, sin apellidos. Porque aunque los datos son interpretables y a veces las estadísticas reflejan un retroceso del desempleo y otras veces a un aumento, --y ahí está la última encuesta de la EPA que apunta a una pequeña disminución del paro en 300 personas; y del Inem, que señala que en marzo bajaron en 3.000 los desempleados registrados, también la propia EPA concluyó que el año 2004 se cerró en la región con 4.700 ciudadanos más sin trabajo que los que había en el 2003--, los datos son interpretables, pero lo que no deja lugar a la duda es que, con independencia de las estadísticas mensuales, Extremadura no está creando el empleo que su sociedad exige y cada vez hay más demandantes. La propia Junta de Extremadura admite que el ritmo de crecimiento de empleo es menor, aunque en el 2004 la población activa extremeña haya aumentado en casi 22.000 personas, que el crecimiento del censo de personas que se incorporan al mercado de trabajo, lo que significa que, a pesar de los esfuerzos, éstos no son suficientes. Por tanto, los sindicatos tal vez no ponen el acento necesario en exigir trabajo, trabajo sin más, dando pávulo a los que piensan que se sienten más cómodos representando los intereses de los que tienen un empleo que los de los que lo buscan y no lo encuentran.

Ello es menos comprensible cuando las centrales son perfectamente conscientes de la realidad: UGT señalaba ayer que los problemas estructurales, es decir, de fondo, de Extremadura son el paro y la temporalidad. Mucho más profundos si en vez de desempleado, quien los sufre es desempleada: casi 47.000 mujeres no encuentran un trabajo en la región, una tasa de paro --del 26%, la más alta de España-- que supera con creces el doble de la de los hombres, que es del 12%. La prioridad se llama trabajo, porque trabajar es la vía de acceso al trabajo de mejor calidad.