TCtomo todos los años, la fecha del 1 de Mayo presenta rasgos singulares que hacen que el análisis de la situación y, por tanto, las reivindicaciones que de ella se derivan sean singulares y especiales. En 2008, los efectos de la globalización se hacen dolorosamente visibles en el devenir del día a día de los trabajadores y las trabajadoras. La confusión ante la desaceleración económica mundial provoca evidentes y negativas incidencias sobre los intereses de la clase trabajadora, que no llega a disfrutar de los beneficios derivados de la globalización, pero sí de sus consecuencias negativas, o los efectos derivados del cambio climático serían tan sólo dos ejemplos de esa cercanía de la globalización a nuestras vidas.

En Europa, hacemos un análisis crítico, aunque positivo, del moderado impulso dado al proceso de construcción europea tras el fracaso constitucional, manifestando nuestra preocupación por la cada vez más clara corriente liberal o más bien neo-conservadora que se deja sentir, cada día más, tanto en lo económico como en lo político.

España, en este primero de mayo, aborda una legislatura en la que la apuesta por el diálogo social parece ser uno de sus signos de identidad como lo fue en la anterior. Ante el menor ritmo de crecimiento económico, el diálogo social debe ser la mejor herramienta para producir el dinamismo que permita salir de esta situación de ralentización y, al mismo tiempo, garantizar el buen funcionamiento de los mecanismos de reparto de la riqueza generada a través de una mayor generación de empleo, una mayor estabilidad de los puestos de trabajo y la mejora generalizada de los salarios.

En Extremadura, los trabajadores y trabajadoras hemos hecho un depósito de confianza en el diálogo y la negociación como herramientas de cambio que permitan abordar con éxito la definitiva modernización de nuestra región, mejorando las condiciones de vida y trabajo de nuestros conciudadanos. Este potente proceso de diálogo social debe ser la base para el cambio de nuestro modelo productivo otorgando al mismo mayor competitividad y el impulso definitivo a la industria, la tecnología y el capital humano. Paralelamente, el cambio en el modelo productivo debe verse acompañado de un profundo progreso en la mejora de las condiciones laborales de los trabajadores de la región y en la mejora y ampliación de los mecanismos colectivos de protección social.

Para todo ello, los trabajadores reclamamos la activa participación de los poderes democráticos que deben nivelar los naturales desequilibrios que se dan entre las fuerzas del capital y del trabajo. Exigimos la intervención de las fuerzas políticas que deben poner orden en el injustificado incremento de los precios que restan capacidad adquisitiva a los salarios, proceso que, paralelamente, se ve acompañado de una injusta merma de los ingresos de los productores que, como en el caso de la agricultura y ganadería de nuestra región, supone un injustificado e irracional ataque a los derechos de miles de familias trabajadoras extremeñas.

Por último, en este primero de Mayo, los trabajadores y trabajadoras extremeños no dejaremos de reiterar nuestra más firme condena por los ataques a los derechos humanos que se siguen vulnerando a escala mundial. También en el caso de nuestro país, la erradicación de la lacra del terrorismo etarra sigue siendo una de las más firmes exigencias de la clase trabajadora o como el caso de otras áreas más alejadas en lo geográfico pero nunca en nuestras reivindicaciones, como la situación de Palestina, Tibet o Irak para los que la comunidad internacional, pero también la clase política española, debe encontrar salidas urgentes ante el drama humanitario que siguen padeciendo.

*Secretario General de UGT Extremadura.