WLw os primeros cien días de gestión del Gobierno formado por José Luis Rodríguez Zapatero tras el triunfo electoral del PSOE el 9 de marzo se han visto irremediablemente marcados por el rápido deterioro económico, consecuencia de una diabólica triple coincidencia: bajada del consumo, frenazo en seco del sector de la construcción y encarecimiento galopante del petróleo y algunos alimentos. Consecuencia: más paro, más inflación y más déficit público. No le faltan razones al PP para criticar que el Gobierno no midió bien, por incompetencia o por intereses electorales, el tamaño de la ola que se nos venía encima. Pero la crítica flojea cuando se refiere a la inactividad del Ejecutivo. Durante sus cien primeros días, el Gobierno ha presentado varios paquetes de medidas urgentes contra la crisis. El verdadero problema de Zapatero no es, por tanto, que no haya hecho nada, sino que la ciudadanía no ha percibido esa acción; se trata, pues, de un asunto de comunicación más que de acción política.

Los socialistas han perdido esa batalla de la comunicación pese a haber tenido a favor que el principal grupo de la oposición, el PP, se ha visto inmerso en un virulento debate interno, incluido un frustrado intento de moverle la silla a Mariano Rajoy. Por contra, el PSOE se ha rearmado en su reciente congreso federal con nuevas propuestas sobre la eutanasia y el aborto y la radicalización del laicismo. Nada de eso ha servido para evitar que Zapatero atraviese, según todos los sondeos, sus horas más bajas. Tal vez tengan razón sus críticos, que le achacan que esas propuestas no abordan los problemas prioritarios de los españoles.

En este primer tramo de mandato se ha visto también la soledad parlamentaria del Gobierno, fruto del deseo del presidente de no maniatarse con pactos previos con nacionalistas o con IU-ICV. Ese efecto, unido a una todavía incipiente moderación de los populares, ha cambiado en poco tiempo el ambiente político, en relación con el que se respiraba en la anterior legislatura. Asimismo, en los últimos tres meses se ha podido comprobar la escasa capacidad del Gobierno para negociar con las comunidades autónomas y ponerlas de acuerdo. Precisamente hoy, en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, se inicia la negociación de uno de los asuntos más espinosos de la agenda política: la financiación autonómica, a cuya primera reunión llegan las autonomías con posiciones muy alejadas, si no enfrentadas.

Por lo demás, el periodo de prueba de los nuevos ministros no arroja un saldo muy brillante. Algunos son todavía poco conocidos, otros han salido en los medios solo por sus errores y, los más, realizan una gestión eclipsada por la crisis económica, terreno al que se ha desplazado el debate público y donde probablemente seguirá mucho tiempo.