Hace algunos años un personaje de ficción televisivo de los ochenta decía algo así como que había que aprender a desaprender cómo se deshacen las cosas. Eran otros tiempos; ya no quedan electroduendes, sólo Paquirrines. Y con respecto a la de-formación de nuestras menudas huestes se podría aplicar dicha máxima a la perfección. Mejor tirar el viejo edificio y hacer un magnífico solar para que pasten las ovejas. Y eso que casi todo el mundo está de acuerdo: con la educación no se juega. Sin embargo, los que deciden siguen en el recreo. Así se perpetúa la deriva --de trayectoria mejor no hablar-- que arrastramos tras un sinfín de reformas, pactos, leyes y contraleyes. ¿El resultado? Seguimos produciendo excedente de brutos con portátil, ristras de analfabetos en red. No es de extrañar que en la consejería de turno no quieran saber nada de auditorías externas sobre el estado de la educancia regional. Les pisa la moral, aunque no hagan falta sesudos informes para retratarnos. Con asomarse a la televisión, que es el espejo del alma de la colectividad, lo comprobamos. Al que sabe mucho o de todo un poco se le considera un inadaptado. En cambio, los que no saben si Irlanda es un país o una marca de mantequilla, los más recauchutados y monosilábicos, los felices asilvestrados, se llevan el primer premio y son llevados en volandas a la cúspide de la pirámide. ¿Qué puede enseñarles una sociedad que no se pone de acuerdo ni en la forma ni en el fondo sobre qué y cómo enseñar a sus futuros ciudadanos? Mientras unos y otros andan enfrascados en si es más apropiado colocar un crucifijo o una foto de Bob Esponja en las aulas, los contertulios del cotilleo rosa y los mangantes se convierten en los verdaderos instructores de la nación. Es muy difícil apostar por educadores y educandos, pues ya hay un sólido culto a la ignorancia establecido que muy difícilmente podrá derribarse. Y por supuesto, muchos exiliados no verán nunca materializado su sueño: que el programa con más share del espectro digital fuese el primer Gran Hermano dirigido y presentado por Eduard Punset . Otro friki.