La anunciada ampliación de lossupuestos previstos en la ley antitabaco

28/2005 está más cerca tras el informe presentado al Consejo de Ministros por Trinidad Jiménez, ministra de Sanidad y Política Social. A juicio de Trinidad Jiménez, la sociedad yaestá madura para la prohibición total, una circunstancia que ya se da desde hace tiempo en numerosos países civilizados. Se antojaba casi imposible que en los cafés de países como Italia o Turquía, o en los pubs de Irlanda o Gran Bretaña, la prohibición fuera efectiva, pero los hechos han dado la razón a quienes apostaban por una lucha sin cuartel contra el humo en los lugares públicos. En entornos en los que la tradición del tabaco estaba muy arraigada, la ley ha sido contundente desde el principio y se ha respetado a rajatabla.

No ha sido así en España. La ley que entróen vigor en enero del 2006 fue, de entrada, unaespecie de encaje de bolillos para intentar demostrar la voluntad del legislador contra el tabaco dejando abierta la puerta, al mismo tiempo, a una cierta laxitud, que se concretó en medidas tanrocambolescas como la discrecionalidad en loslocales de menos de 100 metros cuadrados y la existencia de espacios para fumadores en localesde más de 100 metros. La ley obligó a los propietariosa escoger, valorando la repercusión económica de su decisión, o a invertir cuantiosas sumas paraadecuar su negocio a los parámetros de la ley.

Mientras en comunidades como Cataluña se apostaba por ir más allá, ha habido comunidades

(la de Madrid, como más claro ejemplo) en lasque las autoridades no solo no han puesto en marcha medidas coercitivas acordes con la legislación, sino que se han mostrado públicamente como obstaculizadoras de un proceso que ya se adivinaba como irreversible. El momento ha llegado. Lo racional es una prohibición sin medias tintas, como prevé la proposición de ley del PSOE, IU-ICV y ERC

(y que CiU apoya), la vía elegida por el Gobiernopara el endurecimiento de la normativa. ¿Habrá una compensación económica por las inversiones que ahora ya no tendrán sentido? Parece difícil. ¿Va a abandonar la clientela los locales cuando el humo esté prohibido en todos ellos?

Hay múltiples experiencias que demuestran lo contrario. La Administración debe incidir, eso sí,en una regulación explícita y contundente y en una inspección férrea, aplicada en toda España, sin distinciones, sin picaresca, sin ningún vacío legal discriminatorio entre comunidades.