TYto estudié en un barcelonés colegio de monjas del que guardo una memoria luminosa y amable. ¡Dulces años de risas y amistad! En los años setenta dábamos dos horas de catalán y para ver cine X había que pasar la frontera. Poco ha cambiado esa heroica tierra. Hoy dan dos horas de castellano y tendrán que pasar la frontera para ir a los toros. En mi niñez yo no percibía la falta de libertad que a fuerza de prohibiciones tuvo que padecer la heroica ciudad, capital de la heroica Autonomía que hoy por hoy sigue prohibiendo, mas ahora con razón. Prohibir la tortura y legar una Cataluña mejor a las generaciones venideras, en palabras del heroico señor Mas es un paso más que heroico. Sin duda en esta búsqueda de la Cataluña Sin Sangre pronto llegará el veto a la caza mayor y menor, a la pesca de altura y bajura, la prohibición de capar guarros, cocer vivo el bogavante, sacrificar capones, criar conejos, - sufren hacinados en sus jaulitas para ser luego asesinados, despellejados y devorados-, triturar carabineros coleando para la sopa o criar caracoles, que ¡menuda forma de asfixiarlos en harina y engullirlos salvajemente! Los ´correbous´ empero deben permanecer porque es ejemplar el trato que reciben esos hermosos animales, y ¡qué esplendor con sus llamitas en los cuernos! En esa catalana fiesta no padecen, porque el destino del toro bravo es lucir centellas cerca de las orejas y ser acosado por mossos, cosa que ni humilla ni mengua la dignidad de su noble casta. El moderno pueblo catalán da rompedor ejemplo de progresismo, también al multar taxis con banderas rojigualdas. Mano firme en las cosas importantes, como debe ser. Bien es sabido que entre sus próximos objetivos está desarrollar una intensa labor pedagógica para evitar el feo aunque corregible vicio de que algunos catalanes se sientan españoles o, en palabras de Duran Lleida , curar la homosexualidad, en opinión de algunos compatriotas suyos, peligrosa enfermedad. Sorprende que no hayan propuesto prohibir ambos desórdenes. Solo sanarlos. De momento.