WEw l contacto que, según informaciones fiables, mantuvieron, en un país europeo, el pasado jueves representantes del Gobierno español y de la banda terrorista ETA sirvió para que la organización confirmara que la tregua continúa. Sin duda, el anuncio se trata de una excelente noticia.

Las esperanzas desatadas el 22 de marzo último, cuando ETA anunció la decleración de alto el fuego permanente, dieron paso a momentos de desilusión --el más grave, cuando se supo que un comando había robado 350 pistolas en Francia-- que presagiaban el final de un proceso que prácticamente no había arrancado.

A pesar de la sustracción de armas, los diferentes episodios de kale borroka en ciudades del País Vasco y las proclamas de los boletines internos de la banda terrorista, la partida continúa. Y cada día que pasa sin que ETA ponga cadáveres encima de la mesa, el alto el fuego se adentra por la senda de lo irreversible.

Ahora bien, el Gobierno ha mantenido, como cabía esperar, una posición de prudencia en todo este asunto. El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, señaló ayer que solo estamos en una "fase preliminar" al diálogo con la banda. Pero su tono distó mucho de la preocupación que se transmitía desde la Moncloa las últimas semanas.

El Partido Popular nos obsequió, por su parte, con una reacción discreta. Parece que Mariano Rajoy logró ayer frenar el primer impulso de los portavoces habituales de su partido y optó por la vía de la moderación ante la cita de mañana viernes en la Moncloa con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero.

Es pronto para saber si el principal partido de la oposición simplemente se mantiene a la espera de esa reunión o bien ha recibido alguna información del Gobierno que le lleva al camino de la templanza.

En cualquier caso, estamos ante una excelente oportunidad para que José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy tengan un diálogo sincero en este encuentro y, desde las lógicas discrepancias, sean capaces de garantizar una lealtad mutua cuando se acerca un momento decisivo: el de abordar la cuestión de los presos etarras.

La confirmación de que el proceso para el final dialogado de ETA sigue en pie pone aún más presión en el terreno de la izquierda aberzale. Batasuna ha tenido, sin duda, el comportamiento más inmovilista desde el 22 de marzo. La coalición, todavía ilegal, sigue teniendo un gran protagonismo, pero pasará momentos muy duros si no consigue participar en las elecciones municipales y forales que se celebrarán en mayo del año que viene.

Para ello tiene que hacer algún gesto, como desmarcarse de la violencia callejera. Y hasta ahora Arnaldo Otegi no ha dado ninguna muestra de flexibilidad.