Se dice que la prostitución es la profesión más antigua del mundo. Y así debe ser si tenemos en cuenta que quizá lo primero que convirtió en mercancía el ser humano fue su propio cuerpo; y que siempre hubo personas dispuestas a comprar o alquilar cuerpos de sus semejantes. Y además podemos añadir que la prostitución es una de las pocas profesiones que se pueden ejercitar sin horarios establecidos, sin conocimientos académicos y sin experiencia profesional. Y puestos a añadir, podemos decir que se suele ejercer bajo el anonimato y, por ello, no cotiza a la Seguridad Social ni es controlada por los estamentos sanitarios. Por otro lado, existen muchas maneras de prostituirse. Hay quien se prostituye ocasionalmente y quien lo hace a diario. Muchas personas lo hacen por necesidad, porque en ello encuentran su único medio de vida; otras porque les supone unos ingresos extras para aumentar su economía. Podemos hablar de prostitución de calle, de lujo, on line a través de páginas web o webcam, publicitada en prensa o vendida a través de internet.

Existe la compra y venta voluntarias del cuerpo femenino, del masculino y del transexual. Pero también existe la compra-venta de la dignidad, con la que mercadean algunas personas ofreciendo sus intimidades a los medios de comunicación. A esto lo podríamos llamar prostitución del alma. Se practica abiertamente y provoca pocos escándalos, ya que una mayoría de la sociedad la fomenta.

Creo que es imposible prohibir que alguien se prostituya. Pero si es posible, y necesario, prohibir e impedir que cualquier ser humano sea forzado a prostituirse. Por ello, hay que perseguir y castigar la trata de blancas, la esclavitud sexual y el proxenetismo. Y esto sólo se puede hacer si existe un control de la administración sobre el ejercicio de la prostitución. Para ello, las instituciones deben ofrecer afiliación a la Seguridad Social como autónomos, cobertura sanitaria y vigilancia e inspección de salubridad de lugares donde se ejerza. Ya que no podemos evitar la prostitución, al menos intentemos dignificarla.