Periodista

Telerrealidad, tertulia, investigación periodística y ahora cámara oculta son conceptos que corren el riesgo de quedar definitivamente prostituidos por su utilización perversa en productos televisivos que chapotean gustosos en lo infame. Que cuatro señores vociferen alrededor de una investigación basada en la introducción subrepticia de una cámara que husmea en lo más abyecto de cualquier famoso no es sólo signo de falta de escrúpulos, sino que echa por tierra los esfuerzos de muchos profesionales por hacer televisión desde la dignidad, la honestidad y el rigor.

Algunos excelentes trabajos periodísticos se han apoyado en el recurso de la cámara oculta. Pero el uso de la tecnología requiere unos fundamentos éticos. Incluso en televisión.