WBwuena parte del litoral español se está viendo afectado por la protesta de la flota de pesca de bajura a causa del aumento de los carburantes, que se ha generalizado y extendido a Andalucía y el País Vasco con el bloqueo de las bocanas de los principales puertos. El colapso ha alcanzado las actividades vinculadas al transporte de pasajeros y mercancías, totalmente ajenas a ese conflicto. Es cierto que, a diferencia del transporte por carretera, los pescadores no pueden trasladar a los precios las subidas del gasóleo. Pero también conviene saber que este sector ha recibido constantes ayudas públicas y que sus peticiones actuales superan claramente el margen de maniobra del que dispone el Gobierno.

De otro lado, el bloqueo tiene también su efecto en los mercados. El problema de abastecimiento se ha dejado ya notar en el comercio y los restaurantes de la región extremeña. En toda España faenan unos 60.000 pescadores de playa. Compárense estas cifras con el daño que causa la parálisis portuaria y se verá la desproporción entre la protesta y sus consecuencias. Desde hace décadas, hay consenso social para que el sector pesquero continúe con una faena necesaria. Esta intolerable manera de presionar puede romperlo.