Escritor

Lo más provocativo ocurrido en estas últimas semanas no es, como pretende el director del Festival de Mérida, la ñoña y falsa función de Lisístrata, del señor Carles, sino el doctorado del ministro de Economía, el señor Rato, y su "Ajuste fiscal". Provocar lo que se dice provocar, está la cosa muy difícil, que hasta un espontáneo de la escritura desde estas páginas creyó ver al director mismo de la función discutida, al propio Carles, haciéndose la provocación él mismo a la par del provocado. Algo verdaderamente apasionante, que sólo han conseguido este director valenciano y el Alcoyano. Hasta este momento lo más provocador ha sido la decisión que tomó Juan Margallo de sacar "a la Paz" de la escena romana como paso de Semana Santa emeritense. Eso sí que ha sido una provocación, con lo que les gusta a los lugareños las procesiones, que cualquier día Pedro Acedo se la hace a sí mismo.

Provocar, lo que se dice provocar, no provoca el que se impone la provocación como ejercicio severo y comprometido, sino el que escribe una función para divertir y lo esperan a las cuatro de la madrugada para pegarle cuatro tiros con disparos al aire, pero con una parabellum. Tampoco consiste en ser de izquierdas. El idiota de izquierda que, pretendiendo provocar lo intente y no lo consiga, se trata de un estúpido más que sumar a tantos como pretendieron serlo por una u otra causa. Es decir, que ser de izquierda tampoco imprime ese carácter de provocador nato, porque en Extremadura en estos últimos 25 años los que han pretendido siempre provocar no pertenecen a esa evanescente ideología, sino a la contraria, y además la más extrema, que aquí hasta puede parecer de izquierda hasta un policía escribiendo sobre asuntos terroríficos del año 36 en Badajoz, y después otros cardan la lana, provocando el odio y el terror a una niña porque fue adoptada. Provocar nunca fue de izquierda, porque la izquierda debe ser lo natural.

Murillo, nuestro gran dramaturgo, asegura que una buena comedia no consiste en que salgan romanos de las piedras y después todo sea un sueño. Yo no sé si los iraquís estarán de acuerdo en esto, después del McDonalds que están levantando los americanos en el centro de Bagdad.

Se confirma que los que fueron al hotel de los actores de Lisístrata son americanos.