El plazo de una semana dado por el Partido Popular al PSOE para que acepte repetir las elecciones en la Comunidad de Madrid es razonable. Si en ese tiempo los socialistas no logran que los dos electos traidores dejen el escaño, la fórmula más lógica para desencallar la situación es volver a las urnas. El PSOE debe escoger entre dos cosas dramáticas: aceptar que su inadecuada selección de candidatos entregue ese poder regional a los aznaristas pese a la victoria de la izquierda o asumir el riesgo de repetir las elecciones. Porque es obvio que el desgaste creado por este escándalo convierte a Esperanza Aguirre en favorita para lograr ahora una mayoría absoluta.

También son razonables las sospechas de una intervención sucia desde el ramo de la construcción contra la victoria de la izquierda en esa comunidad. Para que siga el inmenso crecimiento de Madrid hacia el norte y para que perdure la multimillonaria burbuja inmobiliaria creada, se precisan más recalificaciones urbanísticas fáciles y masivas como las concedidas por el PP. Rafael Simancas iba a vigilar a fondo ese tema. Muchos constructores podían perder mucho dinero si no pasaba algo. El escenario era ideal para que ocurrieran cosas como las que han sucedido.