TEtn su cortés encuentro de la semana pasada con el secretario de Estado del Vaticano, la vicepresidenta del Gobierno, Teresa Fernández de la Vega , informó al cardenal Sodano de que el Gobierno socialista no tiene la menor intención de denunciar los acuerdos del Reino de España con la Santa Sede (1979). Sin embargo, la interesada información que desde la Conferencia Episcopal se hace a Roma sugiere que Zapatero es el anticristo y que este Gobierno se dedica a perseguir a los católicos, además de haberse empeñado en desalojar la enseñanza de la religión de las escuelas.

Curiosa situación. Mientras el Gobierno muestra su deseo de mantener con el Vaticano relaciones estables y amistosas, permanece vivo el viejo pleito de familia entre la izquierda, agnóstica y anticlerical, y una jerarquía acostumbrada a los privilegios sin asumir el carácter no confesional del Estado. Tampoco acaba de asumir que, desde esa perspectiva de no confesionalidad, la Iglesia católica goza de un estatus privilegiado. Al menos en materia económica. De forma indirecta lo recordó ayer la vicepresidenta del Ejecutivo, Teresa Fernández de la Vega cuando dio que el Estado deberá ir pensando en rebajar su generoso trato financiero a la Iglesia, a la vista del trato innecesariamente agresivo que el Gobierno recibe de la Conferencia Episcopal, justo cuando se acaba de prorrogar por un año el curioso sistema de asistencia económica del Estado a la Iglesia. Conviene recordar este sistema provisional , adoptado hace más de veinte años, cuando una Iglesia menos crecida que la actual asumió la necesidad de autofinanciarse, sin otra ayuda oficial que las aportaciones de los fieles a través de la famosa casilla en la declaración del IRPF. Pronto se vio que los fieles no se estiraban. La recaudación por ese concepto era a todas luces insuficientes. Por tanto, el Estado habilitó unas cantidades suplementarias con cargo a los Presupuestos que han ido creciendo y que no han dejado de pagarse hasta el momento, con Gobiernos del PSOE o del PP. Ese sistema provisional fue anual y sistemáticamente impugnado por el PSOE durante los ocho años del Gobierno del PP. Pero ya con el PSOE en el poder, en la elaboración de los actuales presupuestos, desapareció la enmienda como inequívoca señal de que el Gobierno quería tener la fiesta en paz con los obispos.

*Periodista