El 14 de julio de 1986, una furgoneta cargada de explosivos y metralla acaba con la vida de Jesús María Freixes, Santiago Iglesias Rodino, Carmelo B. Alamo, Miguel A. Cornejo Ros, José Calvo Gutiérrez, Andrés José Fernández Pertierra, Antonio Lancharro Reyes, José Joaquín García Ruiz, Jesús Gimeno Gimeno, Juan Ignacio Calvo Guerrero, Javier Esteban y Angel de la Higuera López cuando el autobús de la Guardia Civil en el que viajaban (como alumnos en prácticas de la Agrupación de Tráfico del Cuerpo) transitaba por la plaza de la República Dominicana de Madrid. Ninguno de los 12 agentes asesinados superaba los 25 años de edad. Uno de los autores, José Ignacio De Juana Chaos (el cual se vanagloria de haber asesinado a 25 personas), fue detenido en enero de 1987 y posteriormente condenado a 3.129 años de prisión.

De esos 3.129 años de condena tan sólo cumpliría 18 años. Si bien, la Audiencia Nacional decreta su prisión preventiva por escribir dos artículos de opinión en el diario Gara en los que, claramente, amenazaba a diversos políticos, jueces y responsables de prisiones. Por estos hechos es condenado a 12 años y siete meses, los cuales se rebajan a 3 años según sentencia del Tribunal Supremo.

Ni 3.129, ni 12, ni 3 años: tan sólo 20 años en prisión y una huelga de hambre, le han servido a este asesino para gozar de toda clase de favores y volver a casa.

Mientras todo esto ocurre, 20 agentes de la Guardia Civil (todo ellos dirigentes de la Asociación Unificada de Guardias Civiles --AUGC--) son expedientados por concentrarse de uniforme en la plaza Mayor de Madrid el 20 de enero y exigirle al Gobierno socialista que cumpla con sus compromisos electorales (modificar el régimen disciplinario del cuerpo y tramitar una ley de derechos y deberes, entre otras). De igual modo, el brigada del Ejército Jorge Bravo (a la sazón presidente de la Asociación Unificada de Militares Españoles --AUME--), es encarcelado por expresarse públicamente. Para los que sirven y están dispuestos a entregar su vida por la sociedad: no existe la mínima concesión. Para sus asesinos, sí.

Por otro lado nos encontramos con la nefasta imagen que está dando el Partido Popular, quienes, al parecer, no encuentran otra forma mejor de hacer oposición que no incluya el jugar con la memoria de las víctimas del terrorismo. Revivir el recuerdo de los compañeros caídos ya es duro de por sí, pero ver como son utilizados para hacer demagogia política, es intolerable.

XESTOS DIASx, los medios de comunicación nos ofrecen todo tipo de imágenes de la plaza de la República Dominicana en Madrid (lugar donde asesinaron a los 12 guardias civiles e hirieron a otros 45) repleta de ramos de flores en memoria de los que allí dejaron su vida. 21 años después de ser asesinados, algunos ciudadanos han decidido hacerles un homenaje coincidiendo, curiosamente, con la batalla política que se está librando actualmente en nuestro país. En la década de los ochenta (la más sangrienta de ETA), los guardias civiles, policías y militares asesinados eran enterrados en la más absoluta clandestinidad. No existían los homenajes a las víctimas: ni manos blancas, ni lazos azules, ni ramos de flores depositados donde dieron su último suspiro, ni manifestaciones en contra de ETA, ni una simple vela encendida... absolutamente nada.

Los familiares de nuestros compañeros asesinados eran tratados con desprecio e indiferencia. Hoy en día, todos los políticos se apresuran a recordarlos y aplaudir su valía. Tan solo nosotros, sus compañeros y familiares, los hemos tenido presentes permanentemente: llorándolos, recordando los buenos momentos que compartimos con ellos y siendo conscientes de los excelentes profesionales que eran.

Nos duele que sus asesinos gocen de toda clase de favores y concesiones, nos duele que politicen la memoria de nuestros compañeros para alcanzar fines partidistas y, como no, nos entristece ver como diversas asociaciones de víctimas del terrorismo participan en actos políticos que tan solo persiguen un fin: llegar al Gobierno cueste lo que cueste.

Mientras los guardias civiles tenemos que comprar de nuestro propio bolsillo unos chalecos antibalas para afrontar con un poco más de seguridad nuestro servicio diario, al asesino De Juana Chaos le llevan champagne a su celda para brindar por los asesinatos cometidos, a su novia (a la que ni registran) al hospital, al Times, y luego-. Luego lo llevan a su casa.

Esperemos que la lógica impregne de una vez por todas a nuestros políticos para que aúnen esfuerzos en la lucha contra ETA y contra toda aquella organización que utiliza la violencia para imponer su criterio.

Otra forma de hacer oposición es posible. Tan solo deben estar dispuestos a llevarla a cabo y abandonar esta sinrazón que, más que animar al voto, lo aleja a uno de las urnas avergonzado de los representantes políticos que tiene en su país.

*Secretario General AUGC Extremadura