Las empresas han descubierto que el ego de sus consumidores tiene límites insospechados.

En los últimos tiempos están aprovechando la existencia del mismo para poner a prueba la osadía que sus potenciales clientes tienen; marcas de refrescos que les ofrecen publicar su foto en las latas mientras la competencia de esta marca les reta a interpretar su propia versión del jingle publicitario. Añadamos a esta lista esos filipinos a los que se les ocurrió la genial idea de ahorrarse los costes de los anuncios, haciendo que sus consumidores se los hicieran gratis a cambio de alimentar su ego y posiblemente el de su madre.

En otro estilo, pero con el mismo morro, el escritor Ken Follet tiene la generosa ocurrencia de pedir a miles de lectores que le den ideas para el comienzo de su nueva novela... ¿vacuna contra el abandono de las musas? Podemos terminar este aperitivo de caras duras añadiendo que la propia DGT, sortea tres bicicletas entre las mejores propuestas para su nueva campaña de divulgación contra los accidentes... de bicicleta también. ¿No?

El ruido se mezcla con las nueces en esta verbena de ideas que las empresas succionan de sus consumidores.

El talento y la mediocridad se solapan, pero las nueces que quedan las obtienen gratis... eso sí... el favor te lo hacen ellas a ti... por tu minuto de gloria, si la alcanzas.

Ignacio Caballero Botica **

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