WSwi la revolución informática iniciada hace más de 30 años tiene dos nombres emblemáticos, el primero es IBM y el segundo es Bill Gates. Hasta los años 80, lo importante era el ordenador. Luego, una generación precoz, asentada en el mítico Silicon Valley, consiguió que la tecnología cambiara el paso hasta imponer que los programas, el software, fueran el auténtico motor del cambio que hoy llamamos sociedad de la información.

Gates ha sido a la vez impulsor y beneficiario máximo --con los pleitos correspondientes por abuso de posición dominante-- de la gran transformación social que ha aportado la informática. Acaba de anunciar su retirada, pausada, del puesto de mando de Microsoft, cuya cotización en bolsa ha hecho de Gates una de las tres grandes fortunas del planeta. Su decisión de jubilarse, además, también es precursora: se anuncia con tiempo para que nadie especule con las acciones. Es asimismo insólita, porque el protagonista solo ronda los 50 años. Y también es ejemplar, porque Gates decidió hace seis años que su futura dedicación sería la filantropía, y un tercio de su fortuna va destinada a programas de investigación, que se desarrollan en distintos puntos del mundo.