WQw ue el juicio abierto por el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) contra el lendakari Juan José Ibarretxe, los dirigentes socialistas vascos Patxi López y Rodolfo Ares y cinco miembros de la ilegalizada Batasuna, entre ellos Arnaldo Otegi, iba a quedar en nada se veía venir. El caso era, se mirara por donde se mirara, un sinsentido jurídico, fruto del empecinamiento del presidente del TSJPV, Fernando Ruiz Piñeiro, y de la estrategia tozuda y equivocada de las entidades Foro de Ermua y Dignidad y Justicia. Lo sorprendente, en todo caso, ha sido la rapidez con la que se ha dado carpetazo al asunto. Fue ayer, en la segunda sesión del juicio, cuando el presidente del tribunal admitió la "falta de una acusación legítima", por lo que el caso fue sobreseído.

Razones no faltaban. En primer lugar, porque quienes se sentaban en el banquillo lo hacían por haber mantenido contactos políticos en la primavera del 2006, es decir, durante la última tregua de ETA. Es cierto que en esa fecha Batasuna ya era una formación ilegal, pero eso no convertía en delito que otras fuerzas políticas, como el PSE o el PNV, pudieran establecer un diálogo en las mismas fechas en las que el Gobierno español dialogaba no con Batasuna, sino con ETA. En segundo lugar, el Tribunal Supremo ya había señalado --en esa ocasión en respuesta al grupo Manos Limpias, que pretendía querellarse contra el presidente del Gobierno por el mismo motivo--, que no existía delito en ese diálogo. Pese a todo esto y a la falta de acusación fiscal, se ha querido organizar el espectáculo que pasaba por que el lendakari y el líder del principal partido de la oposición en Euskadi --ambos, candidatos a presidente del Gobierno vasco y a máximo representante del Estado en esa comunidad autónoma-- se sentaran en el banquillo junto a Otegi y algunos de los suyos que llegaban al banquillo procedentes de la cárcel. Y todo ello a menos de dos meses de las elecciones vascas. Los querellantes, pese a todo, siguen con su particular circo y elevarán un recurso al Tribunal Supremo.

Más allá del daño que se ha hecho a las personas injustamente encausadas, con este episodio se ha logrado el efecto contrario al pretendido: se ha dado alas a Batasuna, que ha vuelto a disponer de grandes espacios en los medios precisamente para ventilar una de sus más socorridas consignas: que la justicia española impide una salida democrática y dialogada a lo que ellos llaman el "conflicto" vasco. Y es cierto que en este asunto ha habido jueces que han pretendido castigar a los políticos justamente por eso: por hacer política y hacerla hablando con quienes han sido mil veces invitados a dejar de ser el colchón político del terrorismo para abrazar por fin la democracia.