En la actual situación de la banca, donde debido a la mala gestión realizada, cada vez quedan un menor número de entidades financieras, explicaré la desagradable experiencia que estamos viviendo en mi familia.

Unos padres de dos criaturas, con una vida dedicada por completo al trabajo y al ahorro, estamos viviendo la pesadilla de quedarnos compuestos y sin piso como si de una cinta Steven Soderbergh o el mismísimo Almodóvar se tratase. Hace más de dos meses, realizamos un contrato de arras penitenciales para la compraventa de una vivienda en el que entregamos la cantidad de 20.000 euros y solicitamos a nuestra entidad de toda la vida (ahora fusionada con otro banco) la subrogación de una hipoteca equivalente al 35 % del valor de la vivienda, aportando el resto de recursos económicos de manera propia. Una operación aparentemente sencilla para la cual, a fecha de hoy, no tenemos día de firma. Estamos a 15 días de que nos venza el contrato y, por consiguiente, la pérdida de los 20.000 euros entregados y teniendo que salir de la vivienda donde actualmente residimos en los próximos 20 días. Me siento especialmente asombrado de la falta de conocimiento por parte de los tres gestores, incluyendo una directora de oficina, a la hora de realizar los trámites operativos. Añadiendo una majestuosa falta de conciencia y humanidad por parte de todo el personal de la entidad.