CONCEJALES. Estaban tan ciegos los concejales del "equipo Liberados" por el enorme poder que la cercanía al alcalde Saponi les daba, que no consideraron suficientemente a los compañeros de partido y corporación, no liberados, a los que habían concedido pequeñas parcelas de poder --las migajas-- que ellos despreciaban porque --pensaban los listos-- no daba notoriedad, ni representatividad social y mucho menos votos.

PERO... Hete aquí que a un concejal "peso pluma en la corporación" se le ocurre empezar a trabajar en una buena idea del alcalde de ir creando un pequeño zoo con animales domésticos para que los niños de la ciudad no crean que los pollos son sin plumas, como los del supermercado. Comienza sus gestiones y consigue --gratis, además-- unos pavos reales para el Parque del Príncipe. Hasta aquí todo bien pero, cuando decide prohibir que los perros accedan al parque, se arma la marimorena en una discusión de "si pavos o perros", que termina en manifestación sensibilizando el tema a una gran parte de la población (¿50%?) provocando que al ayuntamiento le salga una berruguita con previsibles consecuencias hasta en los votos de las próximas elecciones.

MIENTRAS TANTO... Los concejales del "equipo Liberados" asisten imperturbables a sus habituales reuniones/comidas con grandes constructores, almacenistas de materiales, ingenieros, arquitectos, propietarios de suelo y otros ciudadanos ilustres (¿el 2%?), viajando con frecuencia a Madrid y pasando informes al alcalde de permutas, adjudicaciones de obras, proyectos extraños y otras acciones a emprender que, cuando se sabe de ellas, la gente normal suele definirlas con esa graciosa frase, compendio de sabiduría popular: "No me gusta como caza la perrina".