WEw l Consorcio 2016, el organismo cuyo cometido fue el de canalizar los proyectos que daban cuerpo a la candidatura de Cáceres a capital europea de la cultura, quedará formalmente disuelto el próximo 31 de diciembre. Nada quedará en pie de aquel edificio --salvo lo que se precise para rematar administrativamente las obras de remozamiento de la plaza Mayor, que se han hecho bajo el paraguas del proyecto del 2016-- sobre el que tantas esperanzas depositaron los cacereños y la mayoría de los ciudadanos de Extremadura. Como alternativa al mismo, la alcaldesa quiere lanzar un proyecto que hasta ahora solo se encuentra en nebulosa, y del que poco más se sabe que descansará sobre el concepto de Cáceres como ciudad de la cultura y de la innovación. Suena bien, pero solo eso. Mucho habrá que trabajar para que lo que ahora es solo un sonido tenga un día contenido. Cultura e innovación no caen del cielo. Cáceres puede presumir de haber sostenido en el tiempo una programación cultural diversa. Pero en innovación no hay más que lo que había en el 2008, cuando se anunció la construcción de la Ciudad de las artes y de las ciencias: el Centro de Cirugía de Mínima Invasión.

La exclusión de Cáceres de la carrera del 2016 ha sido un duro golpe para la ciudad. Por esta razón, Cáceres no puede permitirse el lujo de que la alternativa a ese proyecto que suscitó tantas ilusiones esté un solo centímetro por debajo de la altura necesaria para que no se convierta en una frustración más. El ayuntamiento tiene ante sí la exigencia de elaborar un nuevo programa con el suficiente rigor y con los suficientes apoyos para que no quepa un nuevo fracaso.