Al columnista le duele que un líder político se exprese mal y diga tonterías. Si la política ha de ser pedagogía, ofrece un mal ejemplo a sus conciudadanos. De ahí la recomendación al señor Aznar de que vaya a ver la película El pianista, que ponen en numerosos cines de estreno. Aunque es persona muy ocupada, es necesario que la vea. Así aprenderá qué es un gueto y podrá usar la palabra adecuadamente.

Con el énfasis de mayoría absoluta que le caracteriza, ha dicho que en su proyecto de España no caben "los guetos culturales e identitarios", lo que se ha interpretado como una alusión a Cataluña y al País Vasco. Con sus palabras ha conseguido algo difícil de alcanzar últimamente: la casi unanimidad en el rechazo a su declaración de todos los grupos políticos catalanes, desde la izquierda hasta el nacionalismo, con la única y explicable excepción del PP.

Que vaya a ver la película sobre el gueto de Varsovia y verá cómo tiene razón el señor Duran Lleida. Los guetos no los construyen los que están dentro, sino los que se quedan fuera. En el filme podrá ver cómo no fueron los judíos los que se encerraron, sino que fueron los nazis alemanes los que tapiaron las calles, dejando aislado dentro a medio millón de personas. Pero ¿qué puede saber él de estas cosas, si entonces no había nacido y no parece persona que después se haya interesado mucho por estas cuestiones? Cometió un error de cálculo y creyó que surgiría un clamor de voces, unánimes en el grito de: "¡Josemari, ven a liberarnos!" Pero la mayor parte de la ciudadanía parece encontrarse muy bien en lo que él llama gueto.