Si este fuera un país serio, el jefe del Gobierno y el de la oposición no sólo se habrían sentado ya, al frente de sendas delegaciones, sino que se habrían subido a un avión oficial y se habrían ido juntos a Bruselas o a media Europa a buscar y exigir soluciones urgentes para el problema de la inmigración. Habrían aparcado sus infinitas diferencias y se habrían puesto a trabajar para paliar una situación que puede estallar en cualquier momento. Si tuviéramos otro Gobierno, a ninguno de sus ministros se le ocurriría decir que no va a haber ninguna regularización más porque se va a expulsar a todos los inmigrantes ilegales. ¿A cuantos de los que ya están aquí? A 100.000, a 300.000, a 500.000...? ¿A los que cada día llegan a Canarias en cayuco o a los que entran masivamente de forma incontrolada por las fronteras terrestres y por lo aeropuertos? ¿Alguien cree que basta con decir que no vamos a aceptar a más inmigrantes para que dejen de llegar? Pero como no somos un país serio o no tenemos unos políticos serios, andan a la greña en este asunto, y en todos los demás, como adolescentes cabreados en el patio del colegio.

Vale que el Gobierno se ha equivocado en su política de inmigración, en una regularización masiva de inmigrantes, muchos de los cuales habían llegado cuando gobernaba el PP, y que ha tenido un indudable "efecto llamada". Vale que hizo el ridículo cuando afirmó que éramos "la envidia de Europa". Vale que el Gobierno canario haya estado mirando hacia otro lado y pactando con unos y con otros sin afrontar en serio el problema hasta que le ha sobrepasado. Vale que Europa siga tratando de que ese sea un problema de España o de Italia, pero no quiera mojarse. Vale que las mafias africanas y europeas estén comerciando con la vida y la esperanza de los desesperados. Vale todo, podemos echar la culpa a quienes ustedes quieran... pero nada de eso soluciona el problema.

Se pueden tomar medidas de firmeza, se puede presionar a los Gobiernos de origen, se puede repatriar a unos centenares o a unos millares de personas. Pero o se invierte en los países pobres cuanto antes y se ofrecen oportunidades reales allí a los que viven en la miseria o no haremos nada. O se hace una cumbre europea urgente o puede pasar cualquier cosa. Eso no puede hacerlo sólo el Gobierno. Ni el Gobierno y la oposición. Necesitamos más. Pero si alguien no se pone a la tarea, si los responsables del Gobierno y la oposición siguen jugando a las batallas, como si las personas fueran casillas de una sopa de letras, el hambre y la necesidad derribarán todas las fronteras.

*Periodista