TLtos sueños de la noche, cuando estamos dormidos, nos hablan del pasado y a veces sirven para aclarar el subconsciente. Pero hay también otros sueños del día que nos hablan del futuro ¿qué va a pasar?

La inquietud por el futuro golpea cada vez con mayor violencia en todos los campos del quehacer y de la responsabilidad de los hombres. Suben los precios y nos aturdimos. ¿A dónde vamos a llegar? Se enrarecen las relaciones internacionales y nos asustan ¿Qué puede suceder? Crece la escalada de la violencia, del terrorismo y contenemos la respiración ¿Qué va a pasar?

Políticos, educadores, economistas, demógrafos y sociólogos; científicos, teólogos y líderes de movimientos sociales, están vivamente interesados por el futuro del mundo y de la humanidad, amenazado y oscuro ¿qué porvenir es el nuestro?

¡Algo tiene que pasar! Sentenciamos neciamente y en nuestra afirmación elemental, pero fatalista, se adivina una gran y terrible ausencia: hemos perdido la esperanza. Nos la han quitado.

Confiábamos en nuestro desarrollo, y nos encontramos la falta de energía. Confiábamos en los poderosos, y no se ponen de acuerdo. Confiábamos en el dinero y enflaquece peligrosamente por la escasead de los precios. Confiábamos en el automóvil, y se hace imposible su utilización. Confiábamos en- ¿En qué hemos puesto nuestra confianza? Hemos puesto nuestra confianza en cualquier cosa.

¿Qué va a pasar? No va a pasar nada- que nosotros no queramos. Por supuesto si seguimos queriendo lo que queremos, el porvenir es oscuro. Pero ¿por qué no querer más y mejor- y de otro modo? Si seguimos planificando con tan poca imaginación, las expectativas son escasas y efímeras. Pero ¿porqué no podemos soñar y superar nuestros esquemas? Si continuamos aferrados al pasado, no hay futuro. Pero, ¿por qué no podemos cambiar?

Solo hay fututo para aquel que es capaz de salir de su pasado. Solo hay futuro para aquel que espera siempre.