Una razón por la que Aznar elevó a secretario de Estado de Política Exterior a Ramón Gil-Casares Satrústegui (Madrid, 26-10-1953) fue para que contribuyera a mejorar las relaciones de España con Marruecos. Tras la reunión que altos cargos de ambos países celebraron el fin de semana, hay "avances significativos" en el espinoso tema del Sáhara, según Gil-Casares. Cuando este diplomático de carrera fue nombrado número dos del Ministerio de Asuntos Exteriores, en julio pasado, confesó: "Marruecos es un país al que tengo mucho cariño. Aprendí a leer en Tetuán, porque mi padre era diplomático y estaba destinado allí".

Pero Gil-Casares sobre todo es un hombre de confianza del presidente del Gobierno, con quien estudió en el madrileño colegio de El Pilar hasta los 14 años. Cuando Aznar llegó al Gobierno en mayo de 1996, Gil-Casares fue fichado como director del Departamento de Internacional y Seguridad del gabinete de Presidencia. Se trataba de trabajar en la sombra, cual fontanero discreto y eficaz.

Antes de incorporarse a la Moncloa, Gil-Casares fue cinco años cónsul general adjunto en Nueva York. Allí conoció al funcionario Antonio Morales Milanés, famoso porque fue expedientado hace poco por haber pedido el voto para el PP en una carta xenófoba. Gil-Casares ha recordado que él ya le "sufrió" entonces. Diplomático, pero sincero.