TEts cierto que los últimos años los vascos celebraban sus veranos sin violencia callejera. Es cierto que el pacto antiterrorista y la ilegalización de Batasuna habían contribuido sobremanera a ello. Es cierto que la debilidad de ETA, cierta voluntad de Batasuna de salir de la encerrona de la violencia y el horizonte de unas expectativas de acabar con el terrorismo presionan para que Batasuna tenga que afirmar su presencia en la política vasca y en la sociedad vasca. Y es cierto que el Estado de derecho no debe titubear lo más mínimo para impedir que un partido ilegal actúe como si fuera legal, para impedir que se produzcan actos de violencia y de terror.

Pero todas esas verdades pueden no bastar. Puede no bastar repetir lo sabido una y mil veces. Ante realidades conocidas es preciso preguntarse siempre de nuevo cuál es su significado. Y así como durante la tregua anterior de ETA la kale borroka tenía el significado de mantener vivo el espíritu guerrero del entorno de ETA, ahora puede tratarse, en el mismo fenómeno, de algo distinto: la rabia porque el respeto a la pluralidad en el sentimiento de pertenencia de los ciudadanos y la exigencia de autodeterminación y territorialidad hacen saltar en añicos su supuesta voluntad de paz. Por eso es importante en estos momentos hacer ver a todos los ciudadanos vascos que ambas cosas --defensa del pluralismo y exigencia de autodeterminación y territorialidad-- son democráticamente contradictorias. Por encima de todo uso partidista y sacando los colores a quienes no quieren ver la contradicción.

*Exdiputado del PNV