Que dos chicas o chicos se peleen por algún tema relacionado con los primeros amoríos de la adolescencia, o por el liderazgo de una pandilla de amigos para imponerse a otros adolescentes de otros barrios, es algo habitual que se produce todos los fines de semana en cualquier ciudad de nuestro país, incluso algunas veces por desgracia con heridos de arma blanca, como las producidas el mes pasado en la ciudad de Alcorcón.

Peleas de adolescentes que se producían en el pasado, se producen en la actualidad, y seguirán produciéndose en el futuro si cada vez que surge un problema entre los jóvenes no utilizamos el sentido común de la racionalidad y el apaciguamiento de los ánimos, para atajar los problemas en vez de buscar supuestos motivo para echar más leña al fuego.

Sabemos que cuando se produce un caso como el de Alcorcón entre chicos españoles, con un herido grave de arma blanca, que no es la primera vez que pasa en nuestro país, se condenan estos comportamientos como no podía ser de otra manera, pero sin llegar a crear nunca una alarma social en la sociedad.

Pero si intervienen como en este caso chicas o chicos inmigrantes, contra otros jóvenes de nacionalidad española, se disparan todas las alarmas contra los inmigrantes. Se generaliza y se relacionan a todos ellos con la delincuencia, como si antes de venir sus padres a trabajar a nuestro país los españoles viviéramos en el país de las maravillas sin cárceles ni reformatorios.

Que algunos jóvenes inmigrantes delinquen, sería absurdo no reconocerlo, pero no más ni menos que lo que delinquen los españoles. Es algo con lo que tendremos que convivir mientras tengamos barrios marginales de pobreza. Por la parte positiva de este colectivo, es justo reconocer que la inmigración sigue siendo uno de motores más importantes para la economía de nuestro país y especialmente de la Comunidad de Madrid.

Hasta el gobierno de Esperanza Aguirre, que su partido estaba en contra de la regularización de los inmigrantes, ha tenido que reconocer que el 10% del producto interior bruto de toda la comunidad es debido al trabajo que desarrollan los inmigrantes en puestos los trabajos que los españoles no queremos. Por otro lado, las cotizaciones a la Seguridad Social se han incrementado considerablemente al igual que las aportaciones a las arcas de las futuras pensiones.

Joaquín García Mayo **

Alburquerque