WEwl delantero camerunés del Bar§a Samuel Etoo demuestra que además de golear tiene ideas claras cuando insiste en su denuncia del racismo en los campos de fútbol españoles. Acierta. Sobre todo al añadir que aún es peor lo que le puede suceder "al negro que vende en la calle", así como el mal ejemplo que se da a los menores. Porque la xenofobia ruidosa de los estadios se limita a reflejar la que se desarrolla en silencio en los demás ámbitos de la vida cotidiana.

Es cierto que estamos ante un fenómeno internacional. Sobre todo europeo, algo preocupante porque acompaña a un resurgimiento de la extrema derecha en Europa. Pero en España hay un agravante: la blandura o la tolerancia con que la mayoría contempla, e incluso disculpa, los gritos de burla y desprecio contra los jugadores de piel negra por parte de grupos radicales que, tal como ayer reclamaba el portero camerunés del Espanyol, Carlos Kameni, deberían ser expulsados de las gradas. Los árbitros que no incluyen estos hechos en las actas de los partidos, los dirigentes deportivos que protegen a estos grupos racistas y los medios de comunicación que frivolizan con esta polémica son, ojo, cómplices de estas actitudes.