Rafael Mateos y Antonio Guerrero, aspirantes a relevar a Floriano al frente del PP regional, han abandonado la carrera de la sucesión. Se trata de una operación de maquillaje, puesto que los dos saben que ninguno de ellos tendría una oportunidad de ganar el congreso de noviembre, decantado hacia José Antonio Monago, que hoy tiene previsto hacer una demostración de sus apoyos en un acto en Mérida. Los argumentos que han dado Mateos y Guerrero no son más que retórica: que si no quieren hacer daño a la imagen del PP; o que, como "hombres del partido" que son, no pueden seguir colaborando "para que siga produciéndose esta crispación y esta división". Para acabar de rematar la faena de la claudicación, Mateos ha dicho que no piensa abandonar las filas populares. De todo ello se deduce, y esto es lo preocupante ante los ciudadanos pues se trata de un partido con responsabilidades de gobierno, que ambos candidatos dan por buenas las maniobras que se llevaron a cabo en Mérida para tratar de alterar el censo de votantes y que, hasta hace solo unos días, era motivo suficiente para impugnar el congreso y, en el caso de Mateos, irse del partido con cajas destempladas. Las razones de conveniencia política se anteponen a la limpieza del proceso.