TYta solo le quedan a Mariano Rajoy nueve meses para las elecciones municipales y autonómicas. No es mucho tiempo con unas encuestas tozudamente adversas. Es verdad que el Partido Popular tiene un suelo electoral incombustible, a prueba de sus fetiches de pasado -Acebes, Zaplana, Pujalte...- y de su obstinación por el tremendismo. Ahora, tras las reflexiones estivales, Mariano Rajoy empieza a filtrar que pretende realizar otro tipo de oposición que le permita crecer electoralmente afianzando los votantes que ya tiene. Quiere desgastar al Gobierno planteando la crueldad de algunos hechos (inmigración, seguridad, diálogo con ETA) sin necesidad de anunciar el Apocalipsis cada mañana.

Si esto es así, la conclusión del líder del Partido Popular refleja sentido común. Hay muchos temas a los que con inteligencia y sosiego se les puede sacar mucha astilla. Desde los incendios de Galicia, con la lenta reacción de las administraciones públicas, al agobiante problema de la inmigración, cuyas avalanchas revelan una falta de previsión en el Gobierno que pone los parches a cada herida sin una política de medio recorrido.

El tema del diálogo con ETA también se puede abordar sosegadamente, sin utilizar a las víctimas y sin acusar al Gobierno de conciliar sus intereses con los de ETA. Parece como si el sentido común, que tantos réditos debiera promover en la política, se hubiera erradicado de la política del PP para sustituirlo por un afán de anunciar catástrofes que nunca terminan por materializarse del todo. Por lo que parece, Mariano Rajoy quiere cambiar ese discurso.

Dicen quienes están cerca del líder del PP que no saca a relucir su carácter porque no le gusta desgastarse si sus objetivos no están nítidamente al alcance de su mano. Mariano Rajoy tiene la fuerza moral para un cambio de estrategia que le da estancamiento de las encuestas y la tozudez de la voluntad de los españoles. Otra cosa es que su entorno se lo permita.

Hay indicios de que el cambio de actitud del PP es algo más que el sueño personal de Rajoy en este agosto somnoliento. Solo tenemos que esperar los primeros compases del curso para ver si es cierto.

*Periodista