Las manifestaciones del ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui , acerca de la soberanía marroquí sobre el territorio del Sáhara, luego matizadas y corregidas por activa y por pasiva, estuvieron en un tris de meter a la diplomacia española en un problema porque, hasta hoy, su posición ha sido justo la contraria: no dar por sentada ninguna soberanía en el territorio en disputa.