Escritor

No estoy muy enterado de los entresijos de las votaciones placentinas, pero todo apunta a que algo se está moviendo en Plasencia, y a veces estos movimientos tan necesarios en una corporación municipal son debidos al arrojo de una mujer como Raquel Puertas, que tira por el camino de la modernización en lugar de seguir anclada en un pasado que sólo le ha dado oscuridades a Plasencia. Así que bienvenidas sean esas nuevas eliminaciones de barreras y, sobre todo, becas para libros, en lugar de invitar al personal a beber, como pasó en Badajoz en fin de año. Para estas hechuras placentinas hacía falta una mujer, y esa mujer con dos ovarios en su sitio es Raquel Puertas, que está dispuesta a tirar del carro que otros nunca tiraron, o lo hicieron al monte, que es lo que hace José Luis Díaz en estos últimos tiempos. Siempre hubo diversas formas de estar en política, y en esta de la ciudad de Plasencia no se ve maldad por ningún lado. Si Tamayo y Sáenz hubieran roto con el PSOE en Madrid para dar becas de libros, hubiéramos sido muchos los que hubiéramos aceptado esa postura, pero por quitar barreras a los impedidos y dar libros me parecen fuera de lugar los insultos, que vienen sobre todo de una postura machista (tratándose además de una mujer) ante la vida misma.

Quienes deben tomar buena nota de la situación son los ciudadanos de Plasencia, que tiene una historia que no se la lleva el viento. Basta repasar el Espasa para darse cuenta de su peso en la historia de Extremadura. En la edición del año 1921 se llega a decir que Plasencia (página 447) "es una hermosa matrona que camina a su decrepitud", presagiando que 79 años después iba a ser alcalde Díaz. Felizmente hoy se ha roto, y mucho depende de los ciudadanos que esa decrepitud anunciada en el Espasa no se cumpla nunca. Hace poco era la bienal de pintura, en una noche inolvidable gracias a Caja Extremadura, ahora todos esos acontecimientos que la convulsionan para bien. Por favor ahora se ve el futuro de Plasencia, después de tanto pasado católico, que siga porque hasta el obispo de hoy merece la pena, aunque esté nervioso y doliente de un accidente, Y es que la sombra de la muerte de don Amadeo jode lo suyo.