Una semana de vacaciones, solo, y solo (a ver cómo arreglan esto los académicos), por ver si eran como cuando desistí de ellas. Por entonces, por cierto, yo era conserje en un colegio universitario cuya directora era Cristina Cifuentes, y ambos (cada uno por su lado, naturalmente) íbamos de vacaciones. Pero no quiero ir por ahí: la señora Cifuentes tiene tanto derecho a no querer vacaciones como yo a probar solo una semana.

El error es creer que el ocio, por oposición al trabajo, consiste solo en vacaciones. Y que de ahí se concluya que las vacaciones son, por lo tanto, un derecho. Lo son, desde luego, pero solo en el caso de creer que son el único ocio.

Como no es mi caso, el lunes pasado decidí que lo fuera. Improvisando, me encomendé a las tarjetas y al «Dios proveerá». Ahora que caigo, Dios no ha dicho ni mu, sino que de todo se han encargado las tarjetas. A no ser, ojo, que Dios se revelara en el vino, que no sabría decir cuál ha sido mejor, y he probado unos cuantos. Si ha sido así, si la elección de los vinos ha sido cosa de Dios, primero debo darle las gracias por saber elegir y luego preguntarle si ha elegido solo en función del precio, porque qué precios, Dios. Claro que los de la cuisine… Pero con esos contaba, puesto que ya no hay cocineros, solo chefs.

Contra mi costumbre, ningún día he despertado antes de las once, lo que prueba que nada de vacaciones, solo ocio, ya que el ocio no se concentra en fechas determinadas ni lo propician lugares y modos de vida obligados, de la playa a la paella, del Louvre a Florencia, del senderismo a la casa rural…, y yo, aunque ha sido en agosto, ni prisas por clavar sombrilla, ni colas para el síndrome de Stendhal, ni siquiera -¡oh, pecado!- el buffet del desayuno.

Luego salía en busca de periódicos que he leído solo donde no hubiera señores con pantalones cortos. El resto, andar conmigo, que es andar con mis pensamientos (Lope).

Y así hasta ayer, que regresé porque, muy a propósito, he viajado sin ordenador, sin la tablet que no tengo y sin teléfono, por supuesto, y debía escribir este artículo (?) que ya reclama su punto y final.

*Funcionario.