TEts cierto que la realidad supera a la ficción. En algunos de mis relatos cuento historias macabras de amantes que por amor viven en un zulo, niña que nunca ha visto la luz del día hasta los 22 años, un profesor que con una vida aparentemente normal encierra a niños raptados en un sótano con un final macabro- Pero la historia del austríaco Frizt supera a la ficción al haber mantenido encerrada a su hija 24 años en un zulo, lograr anular su personalidad, someterla a su voluntad. Ha podido ser una relación de amor-odio. Elisabeth sólo obedecía y aceptaría su situación como normal. También podría darse el caso de que la chica tuviera mermadas sus facultades mentales, si fuera así el padre lo habría tenido más fácil, se presentaría como su salvador, aparte de las amenazas con matarlos con gas, palizas, violaciones.

Si analizamos la actitud de este hombre que viola a su hija desde los 11 años y a los 18 la droga y encierra en un sótano en su casa, se aprecia que carece de remordimientos y de sentido de culpabilidad, no acata ninguna norma ética ni moral, sólo satisfacer sus instintos. Es una mente perversa, con una personalidad obsesiva especialmente por el sexo pero no un perturbado hasta el punto de que no supiera lo que hacía. Era consciente de sus actos y disfrutaba con ello.

Elisabeth aparece envejecida, debe estar enormemente perturbada, no es para menos. Ella y sus hijos estarán temerosos, sufrirán desorientación espacial, hipersensibilidad a la luz solar, inadaptación al mundo exterior.

El padre demuestra ser una persona inteligentísima, muy hábil, embaucador, autoritario, egoísta, sin sentimientos. Sólo ha mostrado su vena sensible al acceder a hospitalizar a su hija de 19 años y ha sido su perdición. Este hombre no merece convivir en nuestra sociedad por el bien de los demás y debe recibir el castigo que se merece. No hay derecho a enterrar en vida a cuatro personas.

Si han visto películas y leído libros macabros, no olviden que la realidad supera a la ficción.