WEw l final de la tregua de los terroristas de ETA no ha cambiado la impresión de la sociedad española de que solo cabe esperar un final negociado del conflicto vasco. Esta es la conclusión que se recoge del Barómetro de GESOP que publicamos hoy. El 76% de los encuestados es de este parecer, y lo más llamativo es que la mitad de los votantes del PP comparten la misma opinión, aunque no deja de ser contradictorio que, al mismo tiempo, entre ellos también son mayoría los contrarios a volver a negociar. Dicho de otra forma: la estrategia desplegada por los populares para desacreditar el camino que el Gobierno había emprendido durante la tregua parece haber tenido un efecto limitado.

Si estos datos se unen a otros relativos a la situación política crispada --el 56,4% de los encuestados hace responsable de la misma al PP-- y la desunión de los grandes partidos --el 46,4% también culpa a los populares--, se puede llegar fácilmente a la conclusión de que las campañas de ese partido contra la política antiterrorista del Gobierno han dañado más a los inductores de las mismas que a sus destinatarios. A estos se les tiene por más responsables en la gestión de la crisis vasca --47,8% frente al 28,5%--, cuando el equipo de Rajoy pretendió transmitir un mensaje que era justamente el contrario a la percepción de la opinión pública.

Pero sería una simplificación detenerse aquí, no sacar más conclusiones que las hasta ahora apuntadas y colegir que los socialistas han salido indemnes o poco menos del final de la tregua. Nada más lejos de la verdad, porque cuatro de cada diez encuestados estiman que la política antiterrorista puesta en marcha por José Luis Rodríguez Zapatero es mala o muy mala y solo el 30% la da por buena. Añádase que la aprobación de la política gubernamental no arrasa en la opinión pública, aunque sea mayoritaria, y que subrayar que más de la mitad de los españoles creen que el presidente no se equivocó al negociar con la banda terrorista no quita para constatar que otro 40% cree que sí, un porcentaje similar a la perspectiva de voto de la derecha (39,2%), tal como recogía la primera entrega del Barómetro, recogida en la edición de ayer. Una prueba más de que la oposición dispone de un fondo electoral sólido y estable.

El realismo político de la sociedad española que refleja el sondeo alcanza su máxima expresión en la poca confianza que tiene en que los dos grandes partidos, aunque haya habido un acercamiento tibio tras la ruptura formal de la tregua, se pongan de acuerdo en la estrategia contra ETA: el 48,9% opina que no es posible, siete puntos por encima de los que sí lo ven factible. Pudiera pensarse que este estado de opinión es reflejo de una fractura social frente al terrorismo, cuando lo cierto es que la división corresponde a los estados mayores de los dos grandes partidos, pero afortunadamente está lejos de envenenar el aire de la calle.