El accidente en la refinería de Repsol-YPF en Puertollano, además de causar seis muertos y decenas de heridos, abre un debate intenso sobre las condiciones de trabajo en la petroquímica, con un enunciado elocuente: ninguno de los fallecidos estaba en nómina de la compañía. Todos pertenecían a empresas externas, subcontratadas con unas condiciones que deberán esclarecerse. De momento, es sintomático que la refinería no pueda funcionar sin esos trabajadores complementarios.

Las jornadas de protesta han provocado una confrontación inusitada entre los trabajadores de las empresas subcontratadas --cuya formación en puestos de riesgo es deficitaria-- con las cúpulas dirigentes de UGT y CCOO, a las que se acusa de una excesiva connivencia con la multinacional petrolera a la hora de firmar convenios y aceptar sus planes de reducción de empleo. Se les tilda de preferir buenos acuerdos para sus afiliados de primera, en nómina de la empresa principal, sin preocuparse de las consecuencias para los empleados de las subcontratadas. Si hay un flanco que el poder sindical sigue sin poder cubrir es el de los trabajadores excluidos de los grandes convenios, un éxito del poder patronal en el que no va a ceder.