Quisiera unir mi opinión a las ya publicadas sobre el tema, porque pienso que es un disparate exponer nuevamente a la comarca a los peligros del uranio.

Y digo nuevamente porque la explotación anterior de la mina no pudo ser más funesta para los que participaron en ella. De este pueblo, que yo sepa, trabajaron seis personas, cinco murieron en más o menos tiempo, pero todos muy jóvenes y el otro vive precariamente en situación de invalidez permanente.

Albalá tiene derecho a tomar democráticamente sus decisiones, faltaría más, pero lamento que haya olvidado la suerte corrida por sus hijos, obligados por la necesidad a trabajar en la extracción de mineral tan peligroso aún sin enriquecer. El alma solo es de Dios, como dijera Pedro Crespo, pero también la vida lo es y no debemos ponerla en peligro temerariamente.

En España existen amplias zonas de terreno, algunas estériles, alejadas de los núcleos urbanos, donde debería ubicarse el cementerio nuclear si nos quieren bien los que han de decidir, aunque el dinero destinado a incentivar sirva para construir los accesos que puedan necesitarse.

Aplaudo la postura de rechazo de la Junta de Extremadura, y, muy especialmente, la gallarda decisión del alcalde de Albalá anteponiendo la seguridad de las personas al señuelo del dinero, incluso a costa de su propio cargo, para no involucrarse en tamaño desatino.

Confiemos que los ediles proponentes reflexionen y decidan retirar la solicitud, como ya han hecho algunos candidatos.

Pedro Ledo Sánchez **

Casas de Don Antonio