Al menos 143.000 personas fueron exterminadas en la retaguardia por el bando vencedor de la guerra civil española, según la lista que las asociaciones de víctimas han presentado al juez. Historiadores y escritores de toda índole ya apuntaban esta cifra, pero hasta ahora no ha habido un reconocimiento explícito de ninguna institución casi 70 años después de acabada la guerra. Los datos nos dicen qué pasó cuando la banda golpista se alzó en armas contra el Gobierno de la República --no es normal que tras 31 años de democracia algunos personajes sigan llamando "bando republicano" al Ejecutivo democráticamente constituido a raíz de las elecciones de febrero de 1936--, pero la derecha del siglo XXI todavía intenta mantener la cortina de humo de la convivencia por encima del reconocimiento de los desaparecidos. No se pide justicia, pues los autores están más que muertos o retirados; se pide reconocimiento.

Justicia y reconocimiento ya tuvieron por parte de la dictadura los asesinados por quienes actuaban en nombre de la República o simpatizaban con ella. Y los franquistas ajusticiaron a los presuntos autores de los desmanes en las zonas afines al Gobierno. Ahora es el momento de reconocer a las víctimas de los golpistas, para que las nuevas generaciones sepan a lo que en 1976 renunciaron las fuerzas de izquierda para fomentar la convivencia y el perdón, que no el olvido. Pero mientras la derecha democrática siga diciendo que no es de recibo buscar la información de lo ocurrido y dónde están enterrados los represaliados, seguiremos anclados en el pasado.

S. Martínez **

Correo electrónico