TLta gente de a pie tomó el pasillo de la estación de Atocha y lo convirtió en un lugar simbólico de la memoria, con velas encendidas y escritos desgarrados. Ahora, los guardianes del improvisado templo, por orden superior, lo desmantelan discretamente para volver a la normalidad. Un pasillo no es un altar.

Los psicólogos dicen que en un año habremos superado tanto horror. Es decir, olvidado. La gente de a pie, sin embargo, ha escrito: No os olvidaremos. Todo comenzó de forma espontánea, pero lo que ahora procede es institucionalizar el impulso primero y crear un lugar de la memoria en el que se cuente lo que ocurrió, se eduque en la tolerancia y se reflexione sobre la injusticia del crimen. Todo menos la impresión de que molesta la expresión del sentimiento.

*Profesor de investigación del CSIC.