TStomos lo que recordamos. Quizá por eso a los políticos les incomodan los libros de Historia y las hemerotecas. En el debate político, tirar de archivo equivale a sacar la daga. Todos hemos dicho o escrito alguna bobada, pero en la política las bobadas o las ingenuidades pasan factura. Como la que le endosó Rodríguez Zapatero el otro día en el debate del Estatut a Alfonso Guerra cuando le recordó que hace unos años, hablando precisamente del Estatuto catalán, decía que España era una "nación de naciones".

Fue una puñalada envuelta en la seda de un halago dicho en voz alta para provocar un aplauso de la bancada socialista. Guerra, que preside la Comisión Constitucional del Congreso, se la guardará.

Tengo para mí que Rodríguez Zapatero no calculó bien el efecto retardado de semejante buceo en la memoria. A él mismo, sin ir más lejos, le están pagando estos días con la misma moneda los mineros a los que hace unos meses jaleó en un mitin celebrado en la localidad leonesa de Rodiezno. Allí se le calentó la boca echando flores a los ugetistas venidos de las cuencas y les prometió lo que ahora ellos reclaman. Por eso cortan las carreteras en El Bierzo, en Asturias y en La Mancha.

No sabe Rodríguez Zapatero dónde se ha metido al abrir el baúl de los recuerdos. En este registro, de Bush a Aznar , no hay uno que salga entero. A Bush, el Caso Plane le ha venido a recordar las patrañas sobre las que urdió la invasión de Iraq, y en el caso de Aznar, cada vez que habla de ETA alguien le recuerda aquel día, en el otoño del 98, cuando en plena epifanía de la tregua --que luego devino en trampa-- habló del Movimiento Vasco de Liberación Nacional para no hablar de los terroristas llamándoles por su nombre.

Ya digo, la verdadera arma de destrucción masiva es la memoria. Tal vez sea la razón por la que los políticos pasan tanto de los libros de Historia.

*Periodista