Mientras ayer preparaba todo para salir a trabajar escuchaba en una radio nacional que los funcionarios extremeños recuperarían las 35 horas semanales. El miércoles ya había leído las noticias en las que anunciaba el acuerdo de la Junta de Extremadura con los sindicatos que suponía la recuperación de las condiciones laborales y económicas de los 47.000 empleados públicos que dependen de ella pero aún así, me volví a alegrar, a sentir esa especie de satisfacción que genera la política reconstructiva, esa que mira para sumar, para generar bienestar en la sociedad, porque ese debe ser el objetivo final.

Durante la crisis económica fueron muchos sectores los que se vieron fuertemente afectados, y uno de ellos, sin duda, fue el cuerpo de funcionarios. Un cuerpo que muchas veces ha sido señalado como privilegiado soportó la crisis económica en mayor medida y es de justicia que se indique que ya ha llegado el momento de que comience a recobrar todo lo que se le recortó.

Este acuerdo ha supuesto la restitución de los derechos de los empleados públicos en materia retributiva pero también en las condiciones de flexibilización, igualdad y conciliación familiar y laboral. Un acuerdo que refleja, una vez más, el diálogo y acuerdo entre la administración regional y los legítimos representantes de los trabajadores.

A lo largo de esta legislatura se han ido reconquistando poco a poco los derechos recortados, los recursos eliminados en nombre de la crisis que tanto daño han producido, como la recuperación de las 35 horas se suma a la gratuidad del transporte escolar, a la reapertura de los PAC… muestra de que la política es un gran instrumento para regenerar.

La semana pasada en esta misma columna pedía que nunca permaneciésemos impasibles al dolor ajeno, porque eso nos deshumanizaría, haría de este mundo un lugar insoportable. Hoy no puedo terminar esta columna sin pedir, por favor, que no asistamos al horror de ver a niños y niñas separados de su familia por cruzar una frontera, sin gritar nuestra inconformidad, horror e indignación ante ello. La democracia jamás debe acostumbrarse a ver a niños y niñas enjaulados, encerrados. No podemos soportar que esto ocurra. No permitamos que los monstruos anden libremente por la política.

* Filóloga y diputada del PSOE